La fidelidad si bien representa un valor incuestionable en todas las relaciones de pareja, no es en sí misma un fundamento que necesariamente determine la continuidad o no de la relación. Así como hay infidelidades que se pueden elaborar, comprender y perdonar en un contexto de crecimiento de la relación, existen parejas que aunque no han sufrido una infidelidad están teñidas de insatisfacción, vacío o maltrato.
Aun así la infidelidad sigue siendo por lejos la razón de la mayoría de los conflictos, separaciones y divorcios en las parejas.
En el proceso de terapia de pareja nuestros profesionales buscarán la comprensión del fenómeno de la infidelidad, la elaboración constructiva desde el dolor experimentado. Se buscarán caminos novedosos, la capacidad de resiliencia y el aprendizaje necesario para que las parejas que consultan superen y eviten transitar otra vez por la experiencia de la infidelidad.
¿Qué es la fidelidad?
Al trascender la relación de pareja, la fidelidad es una virtud que nace a partir del respeto por la confianza que una persona deposita en otra. No sólo se debe ser fiel en el amor, sino también en la amistad y el deber, por ejemplo.
Y en el otro polo, ¿qué se considera infidelidad?, ¿es necesario el contacto sexual o basta con que se produzca una unión emocional?, ¿los contactos puntuales suponen falta de fidelidad?… Son muchas las preguntas que se generan en torno al tema y también muchas las parejas que acuden a terapia en busca de la respuesta definitiva que solucione todas sus dudas.
¿Cómo definimos el concepto de infidelidad?
En la práctica es muy difícil definir qué comportamientos suponen una infidelidad, ya que los límites admisibles se establecen de forma implícita dentro de cada pareja de acuerdo a las ideas de cada miembro, a sus experiencias anteriores, a las costumbres de la familia de origen y al contexto social, en el que vive. Por tanto, es muy normal que lo que se considera infidelidad en una pareja no lo sea en otra y viceversa.
Al mismo tiempo, hombres y mujeres desarrollan ideas diferentes sobre la infidelidad: mientras que muchas mujeres tienden a asociar cualquier intimidad –ya sea o no sexual- con infidelidad, los hombres son más propensos a negarla, a menos que haya habido relaciones sexuales recurrentes.
La infidelidad, para algunos, puede ser cualquier actitud que se realice hacia otra persona. En este contexto, las redes sociales ha sido un puente para que muchas opciones de «infidelidad» nazcan.
Un “like” puesto en la fotografía de otra persona, una etiqueta no puesta en algún acontecimiento o fotografía en un momento determinado; se ha transformado en una nueva opción de infidelidad entendida. Entonces, ¿Se puede llegar a una concesión social del termino infidelidad?
Dejando a un lado todas estas dificultades y en un intento de acotar una posible definición, podemos entender por infidelidad toda aquella situación en la cual una persona, con una relación de pareja estable, está implicada en un contacto intenso con alguien que no es su compañero habitual. En este contacto pueden darse o no relaciones sexuales, lo que nos permite distinguir entre una forma de infidelidad centrada en la relación sexual y otra en la que ésta no es más que un aspecto secundario al vínculo afectivo.
En el primer caso, la insatisfacción sexual en la pareja es el motor para el establecimiento de nuevas relaciones, mientras que en el segundo se trata de una insatisfacción más global y compleja la que impulsa a transgredir los pactos de fidelidad.
Por otra parte, es necesario mencionar que ambos sexos exponen las mismas razones, año tras año, para iniciar y mantener una relación de estas características. Hombres y mujeres infieles hablan de la vivencia de una relación de pareja penosa, monótona y vacía y de una falta de respuesta positiva ante sus demandas sexuales y emocionales. Estas afirmaciones muestran que una infidelidad en muchos casos indica la necesidad de “algo más” o “algo diferente” en su interacción y en su vida de pareja que, en muchas ocasiones, les impulsa a buscar aquello que sienten que les falta.
La infidelidad es la principal causa de divorcio y separación entre las parejas, provocando en no pocas ocasiones una gran cantidad de alteraciones psicológicas y en los hijos y familiares directos de cada pareja.
¿Se puede superar una infidelidad?
Claramente, la mejor opción de afrontar este acontecimiento es buscar la ayuda y apoyo profesional.
En muchos casos observamos que la herida producida en un principio pareciera que no tiene solución la persona está devastada, incluso algunos profesionales describen el dolor de la infidelidad como un estrés postraumático.
La persona está tan debilitada que no sabe qué hacer. A veces, es reparador un tiempo de separación, otras necesitan abordar un proceso de solución de manera inmediata.
En el intento se puede lograr rehacer una pareja, pero también puede pasar que ambos decidan seguir sus propios caminos, ambas opciones son válidas, pero dependen netamente de lo que cada persona necesita en su vida, las dos merecen un gran trabajo para obtener los mejores resultados.
En el primer caso, el proceso de pedir perdón y ser perdonado, vendrá acompañado de evaluaciones, reacciones emocionales, decisiones unilaterales o bilaterales, re escritura de lo que implica la relación de pareja, establecimiento de vínculos, refuerzo del amor desde una nueva estructura, factores externos, reconstrucción del daño ocasionado.
En el segundo caso, la restructuración y sanación emocional, la vivencia traumática, la superación del ser víctima, la búsqueda de la verdad, la activación del valor y credibilidad en uno mismo, la valentía y la resiliencia personal.
Cada ser humano, que atraviesa este duro episodio en su vida, puede lograr superarlo, pero depende de su trabajo en la superación y la búsqueda del apoyo psicológico adecuado.
Especialistas en terapia de pareja podrán orientarte y sanar el dolor.